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Una empresa leonesa, pionera en la utilización de drones para fumigar y polinizar


El cambio en la agricultura en las últimas décadas gracias a la incorporación de nuevas tecnologías está permitiendo al campo dar un giro de 180 grados, desde hace tiempo en esa revolución tecnológica se han incorporado los drones para el control y vigilancia de los cultivos. Ahora, la empresa leonesa Baltor, da un paso más utilizando estos pequeños aparatos voladores para fumigar cultivos y también para polinizar.


En el origen de Baltor hay dos socios, ambos pilotos profesionales, uno extremeño y otro leonés, Rubén Alonso, natural de la ribera del río Tuerto, una zona en la que la agricultura es uno de los pilares de la economía. De esa tradición agraria y su pasión por volar, nació la idea de dar un paso más en el uso de los drones en el campo, para hacer así la “vida más fácil y con mayores productividades” al agricultor. Antes de explicar cuál es la propuesta de Baltor, Rubén deja claro que “en ningún momento un dron va a competir con el tractor o la avioneta”, se trata de tecnologías “compatibles” porque el dron “se demanda en lugares en los que el tractor es inaccesible y también para la avioneta, por la superficie del cultivo”.


Como ejemplo pone el maíz, en caso de que necesite una fertilización cuando las cañas ya están altas, sería inaccesible para un tractor. Entre las ventajas del dron, destaca también que se puede utilizar cuando las tuberías del riego por aspersión están montadas. En los inicios de esta empresa también han utilizado los drones para polinizar campos de nogales, en Extremadura.


Una hectárea cada 10 minutos


El dron es un pequeño 'vehículo aéreo no tripulado', por lo que la cantidad de líquido que puede llevar no es, ni mucho menos, la que puede almacenar un tractor a una avioneta. Los equipos con los que cuenta Baltor tienen un depósito de 10 litros y cuando se está tratando un cultivo, “se divide en micro gotas de forma que la concentración de producto es la misma, pero diluida en menos agua”. La velocidad de trabajo es de “una hectárea cada 10 minutos, que es lo que dura la batería” y trabajan con una logística de baterías que permite mantener una operación continua a lo largo del día”. La propuesta que hacen los socios fundadores de esta empresa es crear equipos en León para dar “empleo en el campo en el ámbito tecnológico”, equipos “de aplicación aérea con un piloto y un ayudante para las baterías y rellenado de depósitos. El piloto vigilaría el espacio aéreo y monitorizaría el dron”.


En las pruebas que han realizado, al principio, asegura Rubén, los agricultores creen, al principio, que “es imposible”, pero terminan “impresionados”. Entre las cuestiones que más les gustan a los profesionales del campo que han visto el trabajo de estos pequeños apartaos voladores, destaca “que la turbulencia que generan las hélices del dron, hace que se muevan las hojas del cultivo y entra mejor el producto”, además, también hacen hincapié en que “se puede entrar en cualquier cultivo”, independientemente del momento de crecimiento en el que se encuentre y que no hay “deriva del producto”, ya que la precisión de aplicación es “centimétrica”. Ésta es una de las ventajas respecto a la aplicación aérea utilizando avionetas, en las que es más difícil, por la velocidad a la que vuelan, controlar, con exactitud, dónde va a caer el producto.


Suiza, a la vanguardia en uso de drones


En el continente europeo, el país que más utiliza los drones en agricultura es Suiza, debido a los desniveles que tiene su terreno. En Castilla y León, de momento, Baltor es la única empresa que fumiga usando estos aparatos que, hasta ahora, están limitados a la fertilización, ya que la normativa europea no permite fumigar fitosanitarios vía aérea. La razón, explica Rubén Alonso, está en la deriva del producto: “un avión volando a 170 kilómetros por hora, cuando abre para echar el producto la precisión no es la misma que un dron que va a 7-8 kilómetros por hora, en un perímetro delimitado”. Francia ya ha comenzado a presionar para que se cambie esta normativa y se adapte a las nuevas tecnologías de los drones y “previsiblemente” el año que viene se hará. Una tecnología, incide Rubén Alonso, que “gasta menos agua, permite operaciones quirúrgicas donde haya plagas y cuida el medioambiente”.


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